Parafraseando al gran Gabriel García Márquez en su magna obra “El amor en los tiempos del cólera”, nuestra sociedad se ha visto abocada, sin proponérselo, a vivir “la solidaridad en los tiempos del coronavirus”.
Un Estado de Alarma, del que nadie tenía ni experiencia ni conocimiento previo, saca lo mejor y lo peor del ser humano. Como en Planta Azul somos positivistas por naturaleza, a pesar de las circunstancias, sólo vamos a fijarnos en lo mejor de nuestra raza, la solidaridad. Este tiempo vivido no ha sido para pensar en querer comer en El Palmar, sólo para atajar el COVID-19 y sobrevivir, cada uno con nuestras particulares circunstancias, al Coronavirus. Tiempo tendremos para volver a degustar las paellas de nuestra casa.
Además de las cifras tétricas que nos arrojan las noticias, los mensajes de esperanza, de unión, de saber compartir… de solidaridad, en suma, nos enternecen. La cara buena de la Humanidad. Tiene muchas, múltiples y variadas presencias. La sociedad de consumo actual había potenciado más el egoísmo que el compartir.
Ahora no, ante la adversidad, la unión, lo bueno, lo positivo. El demostrar que no se está solo. Restan casos aislados, por supuesto, del más vil egoísmo. Pero, qué le vamos a hacer. En una sociedad tan dispar y heterogénea, no se puede evitar.
Resuenan, eso sí, los miles y miles de aplausos a los profesionales que velan por nosotros: Enfermeros, médicos, personal de limpieza, en todos sus campos, policías, guardias civiles, ejércitos, panaderos, personal de supermercados y mercados, tiendas autorizadas a abrir… ¡GRACIAS! Gracias por darlo todo… a cambio de nada. La música en los balcones que levantan los ánimos y te muestran que no estás solo.
El #YoMeQuedoEnCasa se ha extendido como un reguero de pólvora por la sociedad. Algo similar a lo que ha sucedido con el tema del Dúo Dinámico, la canción frente a la pandemia:
Resistiré, erguido frente a todo
Me volveré de hierro para endurecer la piel
Y aunque los vientos de la vida soplen fuerte
Soy como el junco que se dobla,
Pero siempre sigue en pie
Esa resistencia y generosidad ante la adversidad se ha vestido de mil y un ejemplos. Desde dos guardias civiles que le hacen la compra, de su bolsillo, a una familia sin recursos de Calp; a otra mujer que le hace la compra a una señora. Ante la insistencia de saber dónde vivía para devolverle el dinero, la franca contestación: "Si no nos ayudamos en estos momentos.... no tiene que devolvérmelo...por favor, acéptemelo".
¿En cuántas comunidades de vecinos han aparecido mensajes similares a éste: "No salgas, te hago la compra"? O cómo jóvenes universitarios se vuelcan con los hijos de las personas que tienen que trabajar. O cómo otras personas se han organizado en grupos de WhatsApp, que actúan por distritos, para ayudar y captar las necesidades de las personas más vulnerables. O aquellos que sacan a pasear a los perros de ancianos o preparan concursos de dibujo telemáticos para los niños o van a las farmacias para comprar medicamentos.
Esta pandemia global, que no entiende de clases sociales ni de cargos, relevantes o no, a la hora de matar, ha despertado un gusanillo que parecía olvidado, la solidaridad. La sociedad individualista ha sabido reaccionar ante la crisis y ha reconstruido los lazos comunitarios. Siempre sucede, de todo hecho negativo, hay algo positivo. Somos así.
Resistiré, para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
Y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré