¿Recuerdas la cita del filósofo griego Heráclito que afirmaba que no es posible bañarse dos veces en el mismo río? (Textualmente: “En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]”, Cleantes, Stoicorum Veterum Fragmenta, I, 519). 

El filósofo griego nos habla de cambio. Un cambio en el que nosotros, debido a esta miserable pandemia, somos los mismos… y no somos. Sí, hemos cambiado. Estamos aprendiendo a vivir de otra manera, en la denominada nueva normalidad que va surgiendo en cada fase de la desescalada. La tan cercana, y lejana a la vez, fecha del 14 de Marzo es otra realidad. Lo que fuimos. Cómo éramos… a lo que ansiamos volver… aunque no sepamos cuándo ni cómo.

Hemos perdido la noción de las semanas confinados. Y evolucionado también por sucesivos estados de ánimo durante el encierro. ¿Nerviosismo? ¿Impaciencia? ¿Hartazgo? ¿Estresados? ¿Con caída de cabello? ¿Valorando positivamente la vida, lo que tenemos, lo que somos? ¿Huimos de los grandes planes? ¿Nos centramos más en el hoy? ¿En un presente que ha estado cargado de cifras, números, de rostros anónimos de la desgracia? La realidad cotidiana ha estado cargada de telediarios y monográficos en los que nos van cantando cifras y nos inmunizan… hasta que la desgracia llama a nuestra puerta.

La COVID-19 ha calado hondo en nuestras mentes y hábitos. Y, salvo errores manifiestos, ha venido para quedarse. Piedra de toque de la humanidad. La que nos planta de cara a una cruda realidad, no somos nada. Apenas piltrafas en manos de un microscópico coronavirus que ha demostrado lo efímeros que somos los humanos. ¿A dónde nos lleva esto? A la plena consciencia. Por nuestro propio bien, y el de nuestros seres queridos, no debemos de bajar la guardia nunca. Divirtámonos. Reencontrémonos. Pasémoslo bien. Pero siempre con cabeza. Con prudencia. No lo hagas porque te lo impongan. Hazlo porque tienes que hacerlo. Por tu bien. En la nueva realidad de la que somos coprotagonistas sin haberlo deseado.

La pandemia ha transformado la manera en que nos relacionamos con nuestros semejantes. Con nuestros seres queridos. Siempre, tan efusivos, reprimimos el contacto… hasta estar seguros. Aunque no olvidemos que somos latinos. Fuente de vida. De relaciones. De compartir. ¿Cuántas veces has deseado volver a hacer montones de cosas, como comer en El Palmar? Regresar a ésta, tu casa, tu restaurante de referencia y confianza en nuestra bella población. Profundos deseos en los que el equipo de Planta Azul es copartícipe, volverte a ver, a prepararte la paella valenciana que tanto te gusta… o el plato que desees. A agasajarte como tú te mereces. Con una espera que ha merecido la pena.

Sentimos una inmensa necesidad de volver a saludarte. De prepararte tu mesa. De comprobar lo bien que te encuentras. Todo ello, en la nueva normalidad. En un espacio seguro. En ésta, tu casa, tu punto de encuentro en El Palmar. Una nueva normalidad rodeada de que llega cargada de civismo y compostura, de mascarillas y gel de manos hidroalcohólico, de controles de temperatura y de viajes por España, de redescubrimiento de lo inmensamente bello patrio; de códigos QR y líneas marcadas en el suelo para guardar la distancia de seguridad; de aforos limitados y de valorar, más que nunca, lo que tenemos… un cambio de actitud, de transformación… una  nueva normalidad en el Restaurante Planta Azul, adecuado a los tiempos, en el que te sentirás segur@.