¡Cuánto ha cambiado el mundo, y nuestro mundo sobre todo, en tan poco tiempo! Hace un año empezamos a situar en el mapa la ciudad de
Wuhan. Tan lejos… Todos, aquí, permanecíamos impertérritos. China queda muy lejos. A mediados del enero pasado el virus fue ya exportado a Tailandia y Japón (antes, seguramente, mucho antes, pero la cerrazón informativa china impedirá jamás el poder saberlo). A finales de enero, primer caso en La Gomera. En febrero, Filipinas, así como en el crucero Diamond Princess, atracado en de Yokohama, son noticia. El 11 de ese mes la OMS bautiza al coronavirus como la covid-19. El día de San Valentín fallece la primera persona en Francia. Y ya, diez días después, tenemos casos confirmados en la Comunidad Valenciana, Madrid y Cataluña… y con casi cero mentalización gubernamental.
¡Qué tiempos!, ¿verdad? Ajenos al peligro inminente. Pensando en las Fallas. En manifestaciones reivindicativas. En el partido del Valencia contra el Atalanta (sin público, eso sí, pero con contagiados tifosi de Bérgamo deambulando a sus anchas por la ciudad del Turia, compartiendo su virus)… Ilusos, ¿no es cierto?
Ahora, tras esta irregular travesía por la que aún deambulamos, y tiempo que nos resta por delante, nos hallamos ante un ilusionante 2021. A pesar de las limitaciones que la Generalitat ha impuesto, hemos pensado, y quizás conseguido, juntarnos para comer en El Palmar, para degustar una paella valenciana o lo que nos apeteciera en el Restaurante Planta Azul.
2021, tras el criminal bisiesto, está ahí, delante de nosotros, como el Chomolungma (Diosa madre del mundo) como denominan en el Tíbet al Everest, el Sagarmatha (Diosa del Cielo) de Nepal. Al igual que la cima del mundo, con tres aristas y hasta quince itinerarios principales para ascenderla, 2021 es una suma de incertidumbres, de caminos y de pocas certezas. Ahora, a estas alturas de enero, nos tenemos que hacer a la idea de que estamos empezando a hacer el trekking de aproximación y aclimatación. Así evitaremos el metafórico mal de altura que nos espera durante esta ascensión. Una caminata que ha comenzado en nuestra Lukla particular, donde la vida propia nos cobija. Y así iremos recorriendo la ruta hasta arribar al campo base, a 5.380 m. de altura de nuestro singular 2021.
Un trekking concreto pateando los restaurantes ubicados en El Palmar, como si de los pueblos que atraviesan la ruta hacia el Everest se tratase, Namche Bazaar (capital de pueblo sherpa), Tengboche (con su impresionante monasterio), Lobuche (con su pirámide) hasta llegar a Gorakshep, el último pueblo antes del campo base.
Este año cargamos las ilusiones y esperanzas con nuestros singulares yaks y porteadores. Muy pendientes de los riesgos. Incertidumbres. De particulares cascadas de hielo que contemplar, como la de Khumbu. Conformen avancen los meses, nos habremos ido aclimatando a 2021. En ocasiones parando, si se tercia, en la cima del pico Lobuche.
¿El objetivo de la ruta de 2021 hacia la cima de nuestro concreto 8.848? El éxito. Un año infinitamente mejor que el que se ha llevado salud, vidas de seres queridos y amigos, una ingente cantidad de negocios y de puestos de trabajo. Cuando dentro de un año nos volvamos a encontrar en las nuevas líneas de este blog lo haremos transformados. Mejores. Contemplando el esfuerzo y la lucha, la ilusión del camino que nos ha llevado de un mes a otro hasta desembocar en un extraordinario 2022. Esto somos. Y en eso nos convertiremos, evolucionados. ¡Feliz e ilusionante 2021!